No me malinterpreten: Kamala Harris destrozó a DonaldTrump el martes por la noche. Fue uno de los debates más parciales que he visto. Puede que la historia fije el 10 de septiembre como el punto de inflexión en las elecciones de 2024 y, por tanto, como el verdadero Waterloo de Trump (ya ha tenido unos cuantos falsos). Pero mientras tanto, Harris tiene unas elecciones que ganar. Nada en la polarización cognitiva de Estados Unidos me hace confiar en que su victoria vaya a ser algo más que ajustada. Lo que significa que la salud de la economía estadounidense, y la percepción de los votantes sobre el conocimiento que Harris tiene de ella, sigue siendo tan decisiva para el resultado como antes. La economía es el talón de Aquiles de Harris. Es tan vacilante a la hora de discutir economía como es elocuente para hablar sobre la incapacidad de Trump para ser presidente o la justicia de la causa ucraniana. Afortunadamente para Harris, Trump no sacó a relucir eso en el debate del martes en Filadelfia. Su habilidad para meterse en la cabeza de Trump le valió un indulto. Pero en los próximos 52 días tendrá que abordar repetidamente el tema económico. ¿Podrá hacerlo? Antes de responder, permítanme aclarar un fácil error de percepción. Sean cuales sean los puntos débiles del discurso económico de Harris, nada de lo que ha propuesto se acercaría al daño que causarían los planes de Trump. Su programa de "aranceles Trump" dispararía la inflación en EE.UU., afectaría a los ingresos de la clase media y podría costar millones de puestos de trabajo, por no mencionar las consecuencias geopolíticas de una desglobalización a toda velocidad. También están sus planes de deportar a más de 10 millones de inmigrantes indocumentados, así como su aversión a la independencia de la Reserva Federal. En conjunto, los misiles perdidos de Trump podrían llevar a EE.UU. a una recesión en 2025. Nada de lo que propone Harris se acercaría a los daños de Trump2.0. Pero todavía tiene que vender. He observado los diversos anuncios económicos de Harris con cierta perplejidad. Algunas de sus propuestas, como la renovación del crédito fiscal por hijos, tienen sentido tanto político como económico. Otras, como sus planes para atajar los precios abusivos en los supermercados, podrían tener sentido político, pero son pésimas ideas económicas. Lo mismo puede decirse de su oposición (a través de Joe Biden) a la adquisición de US Steel por parte de Nippon Steel. El veto de Biden pone una bomba a todo el concepto de 'friendshoring' [la relocalización de las cadenas de suministro a países aliados geopolíticamente] sin hacer nada por el empleo estadounidense. Pero sin duda ha contribuido a consolidar los diversos apoyos sindicales de Harris. Otras medidas, como su propuesta de gravar con un impuesto sobre el patrimonio a quienes posean más de u$s100 millones, dependen mucho de los detalles. Los impuestos sobre el patrimonio son notoriamente difíciles de administrar, pero encajan con el sentido de equidad social de la mayoría de la gente. Tenía sentido político que Harris propusiera un aumento menor del impuesto sobre las ganancias de capital a los que más ganan, fijándolo en 28%, frente al 39,6% de Biden. Dado que Trump está tratando de pintar a Kamala como una 'comunista de Kalifornia', ella necesita dar una señal de centrismo. Lo que me falta en todo esto es un mensaje global coherente. No basta con hablar de relanzar la "economía de oportunidades" y respaldar los "sueños del pueblo americano", como hizo Harris en su respuesta inicial en el debate. Estos sentimientos están bien, pero tiene que exponer sus argumentos de forma más tangible. Sin duda, se ve perjudicada por su incapacidad para distanciarse demasiado de Bidenomics, que sigue siendo impopular a pesar de que su historial es bastante bueno. Harris no puede cuestionar a su jefe sin poner en tela de juicio su propio papel como vicepresidenta. Tampoco puede apoyar una continuidad, por los números en las encuestas que le siguen dando bien a Trump en la economía. Es una situación difícil la suya. Puede que reciba alguna ayuda esta semana, cuando la Reserva Federal recorte las tasas de interés, aunque dada la resistencia de la inflación core, probablemente solo sea en un cuarto de punto porcentual. Pero también tiene que ayudarse a sí misma. Ahora mismo, todo lo que veo es una confusa mezcolanza de trucos populistas, garantías centristas, retórica tranquilizadora y muchos cambios de forma. La economía es la parte del juego de Harris que requiere más trabajo. Si Harris se convierte en la 47° presidenta de EE.UU., ¿en qué se diferenciaría su programa económico del de Bidenomics? "Por ahora tiene sentido que Harris anuncie ideas que cree que ayudarán a convencer a la gente para que la vote", dijo Jason Furman, exasesor económico de Barack Obama. "Ojalá fuera lo mismo que anunciar ideas que sean buenas para la economía, pero por desgracia no a todos los votantes parece importarles tanto como a mí la inversión extranjera directa en acero o la fijación de precios de mercado en los comestibles", agregó. "Gobernar es diferente porque tus ideas pueden hacerse realidad y luego tienes que vivir con las consecuencias. Incluso si las encuestas iniciales eran buenas, si el resultado es la pérdida de empleos o precios más altos o hipotecas más caras, no necesariamente te irá muy bien políticamente" señaló el célebre profesor de Harvard. "La buena noticia es que tiene mucho material para trabajar cuando gobierne: la mayor parte de la agenda de Biden, centrada en las personas, incluidos los créditos fiscales por hijos, no se aprobaron -pero deberían aprobarse- y, al mismo tiempo, hay que pagarlos. Ha adoptado ideas muy concretas sobre cómo hacerlo, pero también tendrá que recalibrarlas. Las Bidenomics fueron un paso en la dirección correcta en toda una serie de cuestiones, desde la defensa de la competencia a la política industrial a la política fiscal expansiva, pero en algunos casos se pasaron de la raya", afirmó. "Mi esperanza es que una combinación del pragmatismo que ha demostrado en la campaña y las limitaciones a las que se verá sometida conduzcan a una recalibración en estas áreas que mantenga la buena dirección del cambio sin atarse a todos los detalles" cerró Furman.