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El 2026 aparece en el radar como un punto de inflexión para el mercado de capitales argentino. No se trata de un cambio épico, pero sí el comienzo de algo que en la Argentina se volvió extraordinario: la normalidad.

Después de años de operar bajo estrés financiero, saltos cambiarios, controles, episodios de default o cuasi-default y curvas de tasas que funcionaban más como test de ansiedad que como referencia financiera, los inversores podrían reencontrarse con un escenario donde las variables macro dejan de ser factores de riesgo inmediato y pasan a integrarse en una dinámica más previsible.

La posibilidad de que la Argentina vuelva a financiarse en los mercados internacionales de deuda con condiciones estándar implica más que un regreso técnico.

Si el riesgo país continúa una trayectoria descendente, si la inflación consigue sostener un sendero de un dígito alto o medio, y si el Banco Central (BCRA) logra consolidar reservas netas positivas por primera vez en mucho tiempo, la rueda puede empezar a girar en otra dirección.

Por supuesto que la economía argentina continúa en una etapa de transición y aún no puede considerarse plenamente normalizada. La solidez del proceso dependerá de que el programa macroeconómico logre afianzarse simultáneamente en los frentes cambiario, fiscal y de acumulación de reservas, elementos que hoy son condiciones estructurales.

Lo que significa para los inversores

En un contexto así, la primera consecuencia es evidente: los retornos extraordinarios desaparecerían. Un mercado que exige 16%, 18% o incluso 20% de tasa soberana en dólares lo hace porque descuenta eventos extremos.

A medida que esas probabilidades retroceden, también lo hacen los rendimientos. La normalización, en este sentido, tiene un sabor agridulce para el inversor local: significa más estabilidad macro y financiera, pero también un ajuste a la baja de la expectativa de retorno. Esa transición, que países desarrollados realizaron hace décadas, es la que Argentina tiene pendiente desde principios del siglo XXI.

Y es que el cambio en el mercado de capitales también transforma su función. Cuando el riesgo pierde peso, las emisiones corporativas empiezan a depender más del crédito propio de cada compañía y menos del ruido macro, lo que permite financiamientos más largos, spreads más realistas y curvas en moneda dura que reflejen la capacidad económica de los emisores y no la neurosis del entorno (algo que parece que está en sus inicios).

Incluso hay quienes aseguran que con una normalización parcial, el mercado local empezará a parecerse un poco más a los de Estados Unidos y Europa, no por volumen, eso está a años luz, sino por estructura y comportamiento. Liquidez más consistente, menor dispersión de precios, menor volatilidad idiosincrática y andamiaje regulatorio más previsible.

Cambios 2026

Gastón Lentini, asesor de inversiones, en diálogo con El Cronista, plantea que las grandes subas que el mercado local presenció en los últimos dos o tres años, y a las que algunos inversores se acostumbraron, “difícilmente se van a volver a repetir”.

Desde su óptica, el mercado está por entrar en una etapa distinta, menos explosiva y más cercana a la naturaleza real de cada activo.

En el caso de la renta fija, advirtió que los bonos empezarían a mostrar un techo en sus precios. Y ahí marca un punto clave: “Ahora los bonos deberían empezar a acomodarse como bonos. Mejor dicho, deberían empezar a operar como bonos, pero seguirán siendo bonos argentinos”.

A lo que se refiere Lentini es a que durante la gestión de Mauricio Macri, el buen humor del mercado llevó los bonos a rendimientos muy bajos, “y ya sabemos cómo terminó”. Por eso, si los títulos vuelven a niveles de precio demasiado optimistas, en su equipo “ya piensan en desarmar posiciones”.

Sobre la renta variable, el mensaje es igual de prudente. Lentini señala que hay que tener mucho cuidado, tanto en la Argentina como en los mercados globales, porque se viene de un ciclo de subas muy fuerte y es lógico anticipar más volatilidad hacia adelante.

En ese contexto, el estratega destaca que hoy, en su equipo, priorizan equity defensivo. En Estados Unidos, menciona a las grandes hiperescaladoras (Meta, Microsoft) como compañías interesantes a estos precios, con perspectivas de crecimiento sostenido en el largo plazo. Pero aun así, insiste en que la volatilidad seguirá presente.

Para el caso argentino, sugiere concentrarse en acciones defensivas vinculadas al sector energético y petrolero, que ofrecen resiliencia en un escenario donde el mercado se vuelve más selectivo. Y como segunda línea, propone mirar instrumentos o empresas ligadas a la economía real, pero solo para perfiles “de plazo más largo y con un nivel de riesgo un poco mayor”.

Los ganadores de un horizonte más estable

Para Pablo das Neves, analista financiero, la normalización macro, es decir, menor inflación, tasas reales positivas y un tipo de cambio más estable, ya está modificando la estructura del mercado de capitales.

“A medida que el proceso avanza, el horizonte de inversión se alarga. Argentina deja de operar en plazos de semanas para empezar a pensar en años, como ocurre en los mercados desarrollados”, explicó.

En renta variable, dijo, esto habilita un re-rating general. “Las acciones dejan de ser un trade táctico para convertirse en un activo estratégico, con más demanda institucional y el regreso de flujos internacionales”, comentó el estratega.

Y agregó: “En estos ciclos, los sectores de energía y telecomunicaciones suelen ser los primeros beneficiados. Empresas como Vista (VIST) o Telecom (TEO) capturan valor más rápido cuando el horizonte se estabiliza, ya sea por flujos de caja más previsibles o por compresión de múltiplos”.

En paralelo, Das Neves sostiene que, se reconstruye la curva en pesos y mejora el financiamiento corporativo. “El mercado local empieza a funcionar nuevamente por fundamentals y no por arbitrajes”, aseguró.

De todos modos, Das Neves recuerda que: “La macro argentina aún no está normalizada. Sigue en proceso, y la sostenibilidad del cambio dependerá de si el programa logra consolidarse en el frente cambiario, fiscal y de reservas”.