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La Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), junto con la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC), acaban de presentar un nuevo consenso que redefine los valores óptimos de presión arterial para pacientes hipertensos.
El cambio es significativo: aunque el umbral diagnóstico sigue siendo 140/90 mmHg (14/9), ahora se estableció como nueva meta de control un valor inferior a 130/80 mmHg (13/8).
Según los especialistas, esta modificación podría evitar al menos el 15% de los infartos y hasta un 18% de los accidentes cerebrovasculares registrados en Argentina. Los números son contundentes: estamos hablando de miles de vidas que podrían salvarse cada año con un control más estricto de la presión arterial.
Por qué cambiaron los valores de referencia
El cambio no es caprichoso. La última vez que se habían revisado las guías fue en 2017, y desde entonces se acumuló nueva evidencia científica que justifica un control más riguroso de la presión arterial en pacientes ya diagnosticados con hipertensión.
Nicolás Renna, ex presidente de la SAHA, explicó que "cada tanto nos reunimos para revisar la evidencia y ver si hay que modificar las guías para tratar a los pacientes con hipertensión". La conclusión fue clara: bajar la presión arterial a menos de 13/8 en pacientes hipertensos reduce significativamente la carga de infartos y ACV.
Lo que antes se consideraba "presión limítrofe" o "alta-normal" (valores entre 130/80 y 139/89 mmHg) ahora se reconoce como problemático. Estos niveles pueden causar daño progresivo en el endotelio vascular, aumentando el riesgo de complicaciones cardiovasculares y cerebrovasculares.
Asimismo, una presión arterial alta mal controlada acelera el daño renal y ocular, y se asocia cada vez más con deterioro cognitivo y demencia vascular.
La dimensión del problema en Argentina
La prevalencia de hipertensión arterial en Argentina en individuos mayores de 18 años es del 36,3%, prácticamente 4 de cada 10 personas de ese grupo etario son hipertensas. Pero la realidad podría ser aún peor: cuando en la última encuesta se le tomó la presión a un grupo de pacientes, esa prevalencia aumentó a casi el 50%.
Los números son alarmantes por donde se los mire:
- Según proyecciones del último censo del año 2022 y la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, existen cerca de 12 millones de hipertensos en Argentina, de los cuales dos tercios son menores de 65 años.
- Solo el 40% de los hipertensos sabe que lo es.
- De cada cinco hipertensos diagnosticados, solo uno está bien controlado con su presión arterial.
- La hipertensión mal controlada causa un promedio de 100 muertes diarias en Argentina.
Renna fue contundente: "De cada cinco hipertensos diagnosticados, solo uno está bien con su presión arterial. Hay cuatro de esos hipertensos que van a tener infarto, insuficiencia renal y ACV".
¿Por qué la hipertensión es tan peligrosa?
La hipertensión arterial se produce por el aumento sostenido en el tiempo de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. Es una enfermedad que generalmente no da síntomas, razón por la cual se la conoce como "el asesino silencioso".
Según la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial, tener alta presión es el principal factor de riesgo para sufrir un ACV o un infarto. Junto con la diabetes, es también la primera causa de enfermedad renal.
Si no se diagnostica y no se trata adecuadamente, la hipertensión provoca frecuentemente complicaciones graves:
- Infartos de corazón: la presión elevada daña las arterias coronarias, aumentando el riesgo de obstrucciones.
- Accidentes cerebrovasculares: tanto isquémicos como hemorrágicos, que pueden dejar secuelas permanentes o causar la muerte.
- Insuficiencia renal: que puede llevar a la necesidad de diálisis.
- Daño ocular: incluyendo disminución de agudeza visual o ceguera.
- Deterioro cognitivo: cada vez más asociado con demencia vascular.
Según la Organización Panamericana de la Salud, si en Argentina pudiéramos lograr que tuvieran bajo control su enfermedad un 50% de los hipertensos en lugar del 20% actual, podrían prevenirse en 10 años 65.611 muertes (47.968 por enfermedad coronaria y 17.643 por ACV).













