

Lafamilia real británica se prepara para una Navidad diferente. Cada diciembre, los Windsor se reúnen en Sandringham, la finca ubicada en Norfolk, para celebrar las fiestas con una rutina que incluye misa, paseo por el campo y la clásica cacería de faisanes del Boxing Day. Pero este año, esa última actividad podría quedar fuera del calendario.
El motivo es simple: faltan faisanes. Los encargados de la finca confirmaron que la población de aves criadas para la caza se redujo de forma drástica.
El rey Carlos III, que considera esta práctica como parte del legado cultural de la monarquía, rechazó la idea de importar ejemplares de otros criaderos. Según fuentes cercanas al Palacio de Buckingham, el monarca calificó la propuesta como "un desastre total" y se negó a modificar la tradición.
Una costumbre que divide opiniones
La caza de faisanes en Sandringham no es solo una actividad recreativa. Representa una tradición que conecta a la familia real con el campo inglés y con siglos de historia.
Sin embargo, en los últimos años, esta práctica recibió críticas por parte de sectores que promueven el bienestar animal y cuestionan su impacto ambiental.
Carlos III, que en otras ocasiones mostró interés por temas ecológicos, se encuentra ahora en una encrucijada. Por un lado, busca mantener las costumbres que heredó de sus antecesores. Por otro, enfrenta una realidad que lo obliga a repensar el modo en que la corona se relaciona con el entorno.
¿Qué pasará con la Navidad real?
Aunque el encuentro familiar en Sandringham sigue en pie, la cacería del Boxing Day podría suspenderse. La decisión final aún no se comunicó de forma oficial, pero el clima dentro de la familia es de incertidumbre.
Algunos miembros consideran que es momento de adaptar las tradiciones a los nuevos tiempos, mientras otros insisten en conservarlas sin cambios.













