

La mandarinaes una de las frutas más consumidas en el mundo. Su sabor dulce, su facilidad para pelarla y su bajo contenido calórico la convierten en una opción ideal para cualquier momento del día.
Pero más allá de lo que se ve, este cítrico guarda un componente que muchos eliminan sin saber que tiene más beneficios que el propio gajo: los hilos blancos que recubren la fruta.
Según el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social de Paraguay, la mandarina contiene un 85% de agua, lo que la vuelve hidratante y ligera.
Aporta solo 35 calorías por cada 100 gramos, según la Fundación Española del Corazón, y es rica en vitamina C, vitamina A, potasio, magnesio y ácido cítrico. Estos nutrientes ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, regular la presión arterial y reducir el colesterol malo.
El albedo: el secreto que muchos tiran
Los hilos blancos que cubren los gajos se llaman albedo. Esta capa fibrosa suele descartarse por su textura, pero estudios médicos citados por el portal Consumer indican que contiene entre 15 y 20 veces más compuestos fenólicos que la pulpa. Es decir, tiene más antioxidantes que el propio jugo de la mandarina.

El albedo es rico en flavonoides como la hesperidina y la naringenina. Estos compuestos ayudan a proteger las células del daño oxidativo, reducen la inflamación y pueden prevenir enfermedades crónicas como problemas cardíacos y ciertos tipos de cáncer. También colaboran en mejorar la salud de la piel y las articulaciones.
Más fibra, mejor digestión
Lamandarina aporta pectina, una fibra soluble que mejora el tránsito intestinal y ayuda a prevenir el estreñimiento. Esta fibra también contribuye a regular los niveles de azúcar en sangre y a mantener el colesterol bajo control.
Aunque no es necesario comer todos los hilos blancos, los especialistas recomiendan no quitarlos por completo. Incorporarlos a la dieta puede potenciar los beneficios del cítrico y mejorar la respuesta del cuerpo ante virus y bacterias.













