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Cumplir 50 años marca un punto de inflexión en la salud. Aunque la expectativa de vida crece, mantener fuerza, movilidad y bienestar depende cada vez más de lo que comemos y cómo nos movemos.

La pérdida de masa muscular, el aumento de grasa corporal y el metabolismo más lento son señales de que el cuerpo necesita ajustes.

Los expertos en nutrición coinciden: no hay fórmulas mágicas. La combinación de actividad física regular y unadieta rica en nutrientes es el camino para sostener la calidad de vida. A esta edad, el foco debe estar en los alimentos que aportan proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales.

Proteínas: el nutriente clave para la fuerza

La masa muscular cae cerca de un 10% por década después de los 50. Para frenar este proceso, es vital aumentar el consumo de proteínas. Se recomienda entre 1,2 y 2 gramos por kilo de peso al día. Las mejores fuentes son carnes magras, pescado, huevos, legumbres, lácteos y frutos secos.

Además de fortalecer los músculos, las proteínas ayudan a mantener el sistema inmunológico activo y a prevenir la sarcopenia, una condición que debilita el cuerpo y reduce la autonomía.

Fibra: aliada de la digestión y el peso

La fibra mejora el tránsito intestinal, regula el colesterol y ayuda a controlar el peso. Las mujeres deben consumir unos 25 gramos diarios, mientras que los hombres necesitan cerca de 38 gramos. Para lograrlo, conviene sumar cereales integrales, verduras, legumbres, semillas y frutas.

Una dieta rica en fibra también favorece la microbiota intestinal, clave para la inmunidad y el metabolismo.

Vitaminas y minerales: qué no puede faltar

A partir de los 50, el cuerpo necesita más calcio, vitamina D, omega-3 y B12. Tras la menopausia, las mujeres deben alcanzar los 1.200 mg diarios de calcio para proteger los huesos. La vitamina D suele requerir suplementos, ya que su déficit es común.

Los pescados grasos, los huevos y los lácteos son aliados para cubrir estas necesidades. Los omega-3, presentes en nueces, semillas y algas, benefician la salud cerebral. El potasio también gana protagonismo: se recomienda consumir 2.600 mg diarios en mujeres y 3.400 mg en hombres para cuidar el corazón.

¿Cómo adaptar la dieta sin complicarse?

Cambiar la forma de comprar y cocinar puede marcar la diferencia. Priorizar alimentos integrales, aumentar la cantidad de verduras y reemplazar bebidas azucaradas por agua son pasos simples pero efectivos.

Pensar la alimentación en términos de nutrientes, y no solo de calorías, permite alcanzar objetivos de salud más sostenibles. Además, combinar estos cambios con entrenamiento de fuerza mejora la resistencia física y la autonomía.