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La siesta es una práctica fundamental de la rutina de todos los días. No solo es útil para recargar energías por la tarde, sino que también brinda beneficios para la salud, en especial para la cerebral y el desempeño cognitivo.
Sin embargo, un descanso muy largo puede ser perjudicial y afectar el rendimiento para el resto del día. En ese contexto, el médico especialista del sueño Pablo Ferrero destacó la importancia de descansar bien para no afectar el funcionamiento del cerebro y el sistema inmunológico.
El experto sostuvo que “no dormir bien trae consecuencias a corto, mediano y largo plazo” y explicó los efectos negativos en niños y adultos.
“A mediano y largo plazo tiene consecuencias mucho peores; en los niños, afecta el aprendizaje, la memorización y el crecimiento porque la hormona del crecimiento se libera durante el sueño”.
Y añadió: “En los adultos bajan las defensas y afecta el sistema inmunológico. Hace que el cerebro no funcione bien y por cascada impacta en el funcionamiento de los órganos”.

Descanso: cuánto tiempo debe durar una siesta para aprovechar sus beneficios
Ferraro se basó en un estudio realizado por la NASA para indicar cuánto tiempo es recomendable dormir la siesta para que sea efectiva.
“La NASA recomienda 26 minutos de siesta. La realidad es que si dormís más de 15 o 20 minutos, te levantás abombado”, remarcó el experto y advirtió que la práctica “no es aconsejable en las personas con insomnio”: “Si tu modus operandi es dormir mal y recuperar en la siesta, no es lo más beneficioso”.
Para el médico, es aconsejable dormir entre 7 y 9 horas a partir de la adultez aunque aclaró que “cada persona tiene su necesidad específica”.
Qué dice el estudio de la NASA sobre la siesta ideal
La agencia espacial analizó el impacto del cansancio y la fatiga durante las misiones espaciales y que demandan alta concentración y precisión. Para ello, realizó pruebas sobre los efectos de siestas de diversa duración en un grupo de participantes, incluyendo pilotos y tripulantes.
El resultado: quienes durmieron durante exactamente 26 minutos mostraron un aumento del 54 % en su estado de alerta y del 34 % en su rendimiento cognitivo, en comparación con quienes no durmieron.
Esta cantidad de tiempo no es arbitraria: según los especialistas, limitar la siesta a menos de 30 minutos permite permanecer dentro del sueño ligero y no entrar en las fases de sueño profundo.

Esto previene la inercia del sueño, ese estado de confusión que experimentamos al despertar y que puede afectar negativamente nuestro rendimiento cognitivo.
Si los minutos de siesta son excesivos, sus resultados pueden ser perjudiciales ya que no se alcanzan niveles óptimos de descanso y puede provocar mayor sensación de somnolencia al despertar sumado a un estado de confusión o cansancio.
Las siestas excesivamente largas y repetidas también pueden interrumpir el sueño nocturno, en especial al retrasar el inicio del sueño o alterar la calidad de los ciclos naturales.














