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En la cocina, no todo depende del talento del cocinero ni de la calidad de los ingredientes. Los utensilios también juegan un papel clave. Ollas y sartenes limpias no solo mejoran el sabor de las comidas, sino que también cuidan la salud.

Por eso, cada vez más personas usan un truco caseroque transforma elementos simples en un potente limpiador: cáscaras de huevo, bicarbonato, sal y detergente en polvo.

Este método, que se volvió popular entre cocineros profesionales y amateurs, permite eliminar manchas difíciles, restos quemados y grasa acumulada sin dañar la superficie. Además, es económico, fácil de preparar y se puede guardar para usar varias veces.

¿Por qué funciona esta mezcla?

Las cáscaras de huevo contienen carbonato de calcio, un abrasivo natural que, junto con la sal, remueve suciedad sin rayar. El bicarbonato neutraliza olores y potencia la limpieza.

El detergente en polvo disuelve la grasa y facilita el enjuague. Al combinar estos cuatro ingredientes, se genera una reacción química que limpia en profundidad y deja los utensilios como nuevos.

Este truco no solo mejora el aspecto de las ollas, sino que también prolonga su vida útil. Cocinar sobre restos quemados puede alterar el sabor de los alimentos y liberar sustancias nocivas. Por eso, mantener los utensilios limpios es esencial.

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Paso a paso: cómo preparar el limpiador casero

  1. Reuní varias cáscaras de huevo, lavalas bien y dejalas secar.
  2. Trituralas hasta que queden en polvo.
  3. Mezclalas con bicarbonato, sal y detergente en polvo hasta formar una pasta.
  4. Aplicá la mezcla sobre la superficie manchada y dejala actuar durante 30 minutos.
  5. Frotá con una esponja y enjuagá con agua caliente.

Este limpiador se puede guardar en un frasco de vidrio o plástico, en un lugar fresco y sin luz directa. Lo ideal es tenerlo siempre a mano, debajo de la pileta o en un armario de cocina.