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Para quienes buscan escapar del ruido, las multitudes y los precios elevados de la Costa Atlántica tradicional, la provincia de Buenos Aires todavía ofrece destinos pequeños, poco conocidos y de bajo costo, ideales para un verano tranquilo y distinto. Playas amplias, servicios mínimos, contacto con la naturaleza y una desconexión real son el denominador común de estas opciones que ganan cada vez más adeptos.
Los Ángeles, Necochea
Ubicado a unos 30 kilómetros al sudoeste de Necochea, Los Ángeles es un balneario diminuto que combina paisaje rural con mar abierto. Con apenas veinte habitantes permanentes y pocas viviendas dispersas entre la arena, el lugar ofrece una experiencia alejada de la lógica turística tradicional.
La señal de celular es limitada y el acceso a internet se concentra en puntos específicos, lo que refuerza su perfil de descanso absoluto. En la zona funciona un pequeño polirrubro que vende provisiones y carnada para la pesca, y frente a él se extiende un área de camping gratuito, una de las claves para quienes buscan vacaciones económicas. También hay algunas casas en alquiler.
El balneario se destaca por sus playas extensas de arena gruesa, acantilados y sectores rocosos que miran al mar. Es un sitio elegido para la pesca deportiva, las travesías en 4x4 y los deportes acuáticos. En los últimos años, el crecimiento del turismo se explica por sus médanos verdes, ideales para instalar carpas y sombrillas sin aglomeraciones.

A pocos kilómetros se encuentra el Médano Blanco, la mayor cordillera de dunas de la costa atlántica argentina, con más de 100 metros de altura. Allí funciona un complejo termal que suma una alternativa de relax, con piscinas, hidromasajes y servicios pagos para quienes buscan sumar confort a la estadía.
Los Pocitos: un pueblo costero con identidad propia
Más al sur, cerca de Carmen de Patagones, Los Pocitos se distingue por sus aguas turquesas y su arena blanca de origen calcáreo. El balneario nació a mediados del siglo pasado y hoy conserva un perfil tranquilo, con alrededor de 70 habitantes y una fuerte identidad ligada al mar.
Uno de sus rasgos más singulares es la presencia natural de ostras silvestres, que crecen sin intervención humana y dieron origen a la Fiesta Provincial de la Ostra, que se celebra cada enero. Esta particularidad convirtió al lugar en un pequeño polo gastronómico y ecológico dentro de la región.
Los visitantes encuentran servicios básicos, como despensas, una hostería estival y departamentos en alquiler con valores accesibles en comparación con otros destinos de la costa. Además, cuenta con un sector de acampe gratuito, equipado con fogones y baños públicos, lo que lo vuelve especialmente atractivo para familias y grupos que viajan con presupuesto ajustado.
La pesca, las caminatas por la playa, el avistaje de aves y los paseos por su muelle de madera, que se interna más de 200 metros en el mar, forman parte de las actividades más elegidas.

Centinela del Mar
A 54 kilómetros de Miramar, en el partido de General Alvarado, Centinela del Mar es uno de los puntos más aislados de la costa bonaerense. Con apenas cuatro habitantes permanentes, se accede por caminos de tierra que refuerzan la sensación de estar lejos de todo.
Las playas, prácticamente vírgenes, forman parte de una Reserva Natural Provincial, donde está prohibida la circulación de vehículos para preservar el entorno. El paisaje combina dunas, campo y acantilados, con una tranquilidad difícil de encontrar en otros puntos del litoral.
Uno de los espacios más emblemáticos es la Posta La Lagartija, una antigua usina reconvertida en pulpería, parador cultural y alojamiento. Allí se exhiben objetos y fotografías vinculados a pueblos originarios y se puede comer, pasar la noche o realizar cabalgatas. Incluso hay un vagón de tren reciclado con vista al mar que funciona como hospedaje.
El valor histórico del lugar es otro de sus atractivos: en la zona se encontraron restos arqueológicos y paleontológicos, además de fragmentos de una embarcación del siglo XIX que transportaba vajilla inglesa. Estos hallazgos refuerzan el perfil de Centinela del Mar como un destino donde el descanso se combina con la historia y la preservación ambiental.
Lejos de los centros turísticos masivos, estas playas ofrecen una propuesta distinta: menos gastos, más naturaleza y un ritmo pausado. Con servicios básicos, opciones de camping gratuito y alquileres más accesibles, se consolidan como una alternativa para quienes priorizan el descanso y la experiencia por sobre el consumo.















