La minería argentina atraviesa un momento de redefinición, atravesado por el interés global en minerales estratégicos, la necesidad de divisas y un debate pendiente sobre las condiciones para atraer inversiones de largo plazo. En ese contexto, el cobre aparece como la gran apuesta todavía inconclusa del sector.
Según explicó Roberto Cacciola, presidente de la Cámara Argentina de empresas mineras (CAEM),el país cuenta con un activo diferencial que aún no logró transformar en producción. “Tenemos en expectativa el desarrollo del mayor potencial minero que tiene la Argentina y que hoy no está produciendo nada: el cobre”, afirmó. Se trata de seis proyectos de clase mundial que, de avanzar, posicionarían al país entre los principales jugadores globales.
El impacto económico de ese desarrollo sería significativo. "Tendrían una inversión inicial que supera los u$s 30.000 millones", detalló. En un escenario de plena operación, podrían generar exportaciones por u$s 13.000 millones a partir de 2031, un volumen que modificaría el perfil de la economía.
La estructura del sector también impone desafíos. La mayoría de los proyectos están en manos de capitales extranjeros, lo que convierte a la gestión local en un eslabón clave para canalizar inversiones. En ese marco, el funcionario apuntó a uno de los principales cuellos de botella: la aplicación de la Ley de glaciares en proyectos de cobre, un tema que se está discutiendo en el Senado.
“Es una locura que todavía estemos discutiendo si hacemos minería o no, cuando nuestros vecinos exportan u$s 50.000 millones en cobre y nosotros apenas u$s 4 millones”, cuestionó. Para Cacciola, el desarrollo minero solo será sostenible si beneficia directamente a las comunidades y si las reglas de juego se estabilizan. En ese sentido, defendió el RIGI como una herramienta necesaria frente a los incumplimientos históricos del país y como una señal clave para recuperar la confianza inversora.










