

La dieta es uno de los principales pilares de la salud. Una alimentación equilibrada y variada puede reducir el riesgo de desarrollar afecciones crónicas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Lo que comemos puede influir en cómo nos sentimos tanto a corto como a largo plazo y afectar el rendimiento de nuestro sistema inmunológico: el encargado de protegernos de las enfermedades causadas por virus, bacterias y otros agentes patógenos.
Es por esto, que múltiples estudios científicos han comprobado cómo utilizar esta influencia a nuestro favor y aprovechar las comidas de todos los días para fortalecer nuestras defensas.

La dieta para fortalecer las defensas y activar al sistema inmunológico
Se trata de incorporar a la dieta alimentos con quitina como camarones, cangrejos, langostas y hongos. Este es un tipo de fibra que se ha vinculado con el sistema inmunológico y la obesidad.
Un estudio realizado por el inmunólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis Missouri, Steven Van Dyken, descubrió que una dieta alta en quitina desencadenó una acción inmunológica compatible con una mejor respuesta a la insulina.
Otras investigaciones la han vinculado con la reducción del colesterol y los triglicéridos plasmáticos. Además, sus propiedades prebióticas para la flora intestinal ayudan al crecimiento de buenas bacterias y algunos de sus derivados incluso tienen efectos antioxidantes.

¿Cómo incorporar la quitina a la dieta?
La manera más simple de consumir más quitina es a través de hongos. La mayoría de las setas que se consiguen en el supermercado o en verdulerías cómo los champiñones, los portobellos y los shiitake.
Por otro lado, los mariscos son una gran opción para enriquecer nuestra dieta de este tipo de fibra. En especial se recomienda consumir crustáceos, ya que este compuesto puede encontrarse en su exoesqueleto.
Finalmente, aunque puede parecer extraño, el alimento más rico en quitina son los insectos. En particular los grillos y los gusanos de la harina. Estos también son valorados por su alto contenido proteico, grasas saludables, vitaminas y minerales.
Siempre es importante recordar que ningún alimento presente en la dieta puede considerarse un sustituto de tratamiento médico. Ante cualquier duda sobre su consumo se recomienda consultar a un profesional de la salud.













